viernes, 8 de septiembre de 2017

editorial

El 13 de mayo de 1971 se creó el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados, más conocido como PAMI –Programa de Asistencia Médica Integral–, con el fin de brindar atención médica, social y asistencial a una población específica: los adultos mayores, de esta manera PAMI se define en su página Web. Hace 46 años que funciona esta obra social, una institución que pocas veces cumplió de manera eficaz con el verdadero propósito de su creación, cuidar la salud de los ancianos. Cuando la actual gestión asumió su mandato a fines del 2015, los abuelos contaban con cobertura del 100% en cerca de diez medicamentos, provisión gratuita de pañales, bolsones de alimentos, provisión de drogas oncológicas, etc. Imaginábamos que había irregularidades, poco control, que muchos de los que accedían a estos beneficios no los necesitaban por tener otras coberturas médicas o por percibir jubilaciones muy  superiores a la mínima que permitían hacerse de estos remedios sin necesidad de subsidios. Por lo tanto el control es correcto, lo que no es correcto es el ajuste, el tremendo ajuste que están sufriendo los afiliados quienes se encuentran con una cobertura que no es tal. Los médicos de cabecera no tienen formularios para prescribir estudios, se los retacean en el instituto, las clínicas y laboratorios han visto modificados desde el mes de abril, los valores que percibían por prestación y en muchos casos ya no quieren atender porque no les conviene, por lo que las instituciones que siguen en cartilla restringen los turnos, que generalmente alcanzan los tres meses de espera.  No es menor el problema que existe con respecto a las drogas oncológicas, cuyo valor es inalcanzable y en donde cualquier excusa es buena para retardar la provisión, afectando de esta manera el tratamiento de personas que tanto lo necesitan en tiempo y forma. A todo esto debemos agregar el fin del programa remediar que paliaba en parte la provisión de medicamentos  y el exorbitante incremento en los precios de los de los mismos que hace que muchas veces los jubilados deban optar por uno u otro para poder comprarlos, dado que la gente de más edad, deja una buena parte de sus ingresos en las farmacias. En su gran mayoría los jubilados perciben una jubilación mínima de poco más de 6000 pesos, que buena noticia sería que alguna vez el ajuste no se lo carguen a quienes menos tienen y trabajaron toda su vida aportando a la seguridad social , para tener una vejez cuidada y tranquila.



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