domingo, 3 de febrero de 2019

editorial


Hace más de medio siglo se ratificaron a nivel mundial los Derechos Universales del Niño. La mayoría de los países instituyeron un día para realizar una conmemoración, un día en que se celebra y reconoce a los chicos como futuro de la Sociedad. Sin embargo, nos preguntamos cual es el  futuro que puede tener un niño, cuando no puede gozar de derechos esenciales como la salud, la educación, la seguridad. Cuando vemos que cada vez hay más comedores, no solo en las escuelas, en donde el alimento debe ser proporcionado por el estado, sino en los barrios donde los comestibles se obtienen a través de donaciones de empresas y comercios y quienes están a cargo generalmente, gente humilde, tienen que hacer milagros para poder poner un plato de comida sobre la mesa y así poder alimentar a chicos que en algunos casos, solo recibirán ese único alimento. En nuestro país, el Día del Niño se festejará el 19 de agosto, esta fecha debería ser un buen momento para tener en cuenta cual es la realidad de muchos de nuestros niños  y es  el estado, quien debería ofrecerles la oportunidad de vivir plenamente esta etapa de sus vidas, con la simple decisión, de garantizar el cumplimiento de  las obligaciones firmadas en la Declaración de los derechos del niño, que fue incorporada a la Constitución Nacional en la reforma de 1994. Con los regalos se obtiene una sonrisa en la cara de un niño, lo que no es poco, pero respetando sus derechos y protegiéndolos se obtiene una persona adulta que puede lograr una vida digna




papa birama -en v..bosch

Hace un tiempo en una de las esquinas neurálgicas de Villa Bosch, frente a la estación, exactamente entre la perfumería y el bar Punto Roso, se instaló un joven Senegales vendiendo carteras y cadenas, aros y pulseras. Lebu, como se hace llamar, es parte del paisaje de nuestro barrio y por ese motivo nos acercamos a charlar con él para conocer sus orígenes y saber cómo arribó desde tan lejos a Villa Bosch y decidió hacer de nuestro barrio su lugar de trabajo. Su verdadero nombre es Papa Birama Seck, pero en argentina se hace llamar Lebu, porque en su país a todos aquellos que viven cerca del mar, se les dice lebu, (como en nuestro país a los que viven cerca del puerto, se los llama porteños). Lebu pertenece a la etnia Wolof, que representa al 35% de la población senegalesa. Generalmente son agricultores, comerciantes y profesan la religión musulmana. Dakar, capital de Senegal, donde nació, es una mezcla de pueblos y ciudades coloniales francesas, las calles llenas de polvo y repletas de gente vestida con ropas de colores. Los mercados de Dakar se caracterizan por ofrecer desde telas de brillantes colores hasta langostinos, camarones y todo tipo de hortalizas frescas, hay abundancia de vacas y corderos que, a veces son sacrificados en el momento mismo en la que el cliente los elige para su cena. Dakar es un muestreo de cocinas abiertas donde se sirven comidas baratas y también de puestos improvisados, de venta de grandes variedades de productos.
Los “Lebu” se dedican a la pesca marítima y habitan por lo general, la zona ubicada entre Dakar y la desembocadura del Río Salum.
Hablanos de tu vida en África.
Me crie en una familia donde había muchas mujeres y solo tres primos varones. Teníamos una casa enorme con nueve habitaciones abajo y nueve arriba y cuatro baños, en África las casas son muy grandes. Mi papa trabajó en un barco pesquero en donde ganó mucha plata y con eso compró la casa. Cuando yo cumplí tres años mi papá no trabajo más, alquilaba las habitaciones y con eso vivíamos. En la cultura musulmana el hombre puede tener hasta cuatro mujeres, mi papá tenía tres. Por esta razón tenía familia también de parte de él. Cuando falleció, tenía cuatro hermanas mujeres que eran hijas de mi papá, de tres matrimonios distintos y otras tres hermanas de parte de mi mamá, de otro matrimonio. Llegó un momento en que mi papá empezó a tener muchos problemas, se enojó con mi mamá, no le hablaba y no dejaba plata, entonces se separaron. Mi mamá se quedó sola en casa con mis hermanas afrontando los gastos, pagar la luz, el gas y se le hacía muy difícil sin un trabajo, porque en África no hay muchos empleos para mujeres. Yo dejé de ir a la escuela para ayudar a mi familia. Vivía cerca del mar y conseguí trabajo en un barco pesquero cuando tenía trece años, ahí realicé todo tipo de tareas pero específicamente, trabajaba debajo de la línea de flotación. Al regresar de mi primer viaje de pesca, pude ayudar a mi mamá, le di dinero para a que se ponga una verdulería, con eso y lo que yo ganaba nos íbamos arreglando, pero en mi pensamiento siempre giraba la idea de irme a otro país. Entonces separaba algo de dinero de lo que ganaba para poder viajar y sin que yo supiera, mi mamá, que sabía de mis deseos, hacia lo mismo que yo. Un día me pregunto ¿Vos querés irte? Y fue el puntapié inicial para empezar a tramitar el pasaporte. Lo que más me costó fue conseguir la Visa porque tenía que tener una cuenta bancaria, no se puede viajar a otro país sin dinero. Yo tenía para el pasaje y algo de plata en el bolsillo, pero como no conocía a nadie y tampoco conocía el idioma, debía tener esa cuenta.
¿Cómo viajaste?
Viaje en avión, pero primero decidí irme a Brasil, San Pablo. Sólo me quedé dos meses porque me pareció una ciudad hostil. El 19 de Octubre del 2011 llegué a Argentina, me instalé en un hotel de Once y salí a caminar. A las tres cuadras, me encontré con un paisano. Le hablé en el dialecto senegalés Wolof y lo saludé “asalamu alaykum” Que la paz sea sobre ti (es un saludo). Le digo que soy nuevo, que llegué ayer a la noche y que vivo en un Hotel en el Once, el me pregunta si tenía alguien que me conecte acá, y le contesto que en argentina no conocía a nadie, entonces me pregunta si tengo plata para comprar mercadería para poder vender, tenía siete mil pesos, los ahorros de mi mamá.
Mi paisano me ayudó a comprar y empecé a trabajar de vendedor ambulante. Vendía relojes, pulseras y cadenitas. Caminaba mucho pero no vendía casi nada porque no sabía el idioma y además me daba vergüenza ofrecer la mercadería, solo sabía los precios y si alguien se acercaba solo sabía decir ¿qué quiere?. A Los tres Meses me encuentro con mi primo que había venido antes y estaba casado con una argentina. Me Llevó a vivir a su casa en floresta. Más adelante  me fui a trabajar con un paisano  que tenía un  local en Morón, ahí  me enseñaron a atender a la gente, trabajaba de lunes a sábado con la “Colo”, mientras tomábamos mate, me enseñaba a hablar Castellano, antes me era imposible comunicarme con la gente pero con el tiempo pude ofrecer la mercadería, pude vender. Allí conocí a Betty que tiene un local en la zona, un gran ser humano, mi amiga. Ella me ayudó con la mercadería y en el verano me dio para mandarle plata a mi mamá. Esto me pasó a mí, pero no todos los que vinieron tuvieron la misma suerte.
¿Cómo se te ocurrió venir a Villa Bosch?
Betty me dijo que viniera a Bosch, me dijo que había mucha gente buena en Villa Bosch. Me vine un día y me presenté con Franca, la dueña del bar Punto  Rosso, que ahora es como mi mamá aquí en la Argentina, es una persona muy cálida. Ella me presentó a Tony de la perfumería, que también me ayudó mucho. Es un barrio que me gusta, donde trabajo tranquilo, pero si un día encuentro un buen trabajo no hago más la calle. Me gusta trabajar y quiero ganar mucha plata, porque siempre pienso en ayudar a mi familia.
¿Querés traer a tu familia a Argentina?
No, no la quiero traer, sino mandarle algo para allá, para que vivan mejor, mi familia es mi vida, son lo único que tengo y  los tengo lejos. No quiero traerlas, mis hermanas mayores están casadas, tienen su vida allá. La única que no tiene marido es la más chica, que tiene 18 años. Quiero devolverles un poco de lo que me dieron. Mi mama ahora está muy grande, tiene 72 años, que para África son muchos años, no es lo mismo que acá. La extraño mucho, espero poder ir a visitarla el año que viene. Hace siete años que no la veo, hablamos  por wasshap, pero no me sirve, la quiero ver, porque la vida es así, un día se murió y yo estando acá sin haberla podido ver, no quiero que me pase eso. Yo amo mucho a mi familia y decidí cuidarla  cuando mi papa murió.
¿Lo que vendes te alcanza  para vivir?
Más o menos, nada que ver como era antes, antes ganaba mucho, todo cambió ahora, se gana mucho menos, la vida esta dura, de ganar $1500 por día ahora se gana $200 a $400. Quisiera tener un local porque trabajar en la calle es muy duro. Si encuentro un buen trabajo me salgo de esto. Si pudiera trabajar en mi profesión, trabajar en un barco pesquero, es lo que se hacer, hasta trabajar en las redes. El trabajo de levantar pescado es lo que más me gusta y además deja mucho dinero, lo sé porque un primo está trabajando en España y un amigo en Uruguay y están muy bien. Igual Soy soltero, no tengo novia ni hijos, el 15 de noviembre cumplo 32 y me puedo arreglar solo, por eso necesito ayudar a los míos.