lunes, 21 de septiembre de 2015

editorial

“El agua estaba muy alta y ellos aparecían abandonados sobre un mar infinito.
Sin embargo, con el agua alta y el cielo cubierto, los ruidos sonaban más próximos.” “Él era, en este momento, el centro de ese mundo anegado por las aguas. Un sobreviviente. El silencio y la noche, y las aguas desbordadas y la soledad de aquel río semejante al mar venían a morir alrededor de él.”
Este texto de Haroldo Conti, en “Sudeste”, nos acerca al sentimiento descarnado de aquel que se va inundando y nada puede hacer para detener las aguas. Cada vez con mayor asiduidad, la provincia de Buenos Aires debe soportar graves inundaciones, las últimas afectaron a cerca de 30.000 personas. Los ecologistas responsabilizan a la construcción de proyectos inmobiliarios que obliga a rellenar los humedales y no permiten que se absorba el agua, también al cambio climático y a los cultivos, especialmente la soja. Los políticos de la oposición, hacen hincapié en las obras inexistentes, aquellas que el gobierno no realizó o realizó a medias y el oficialismo reclama por una ley de soberanía ambiental, que de no aprobarse perderá estado parlamentario a fin de año. Más allá de todo lo que se hable, siempre el dinero importa más que la gente y son los más pobres quienes deben recurrentemente empezar de nuevo, contando solamente con la solidaridad de la gente como único recurso



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