lunes, 15 de abril de 2013

editorial


Por primera vez en la historia, todos los poderosos del mundo se inclinaron y besaron la mano de un argentino. Lindo ver a doña Merkel y compañía llegar serios e inclinarse ante Francisco, un Papa fanático de San Lorenzo, nacido en Flores. Se puede tomar como un mero hecho ceremonial o se puede vivir como un símbolo maravilloso. Depende de las ganas de cada uno, de lo que soñemos para adelante. De la fe que tengamos. No importa la religión que profesemos sino la fe. En un libro de la Guerra Civil española, hay una parte que es muy apropiada para todo esto. A un republicano extremo, combatiente él, le pregunta su jefe anarquista por qué no fusiló a las monjas del convento en vez de llevarlas a la cárcel. Él le contesta porque son personas con fe. ¿Pero usted cree en Dios entonces? -No yo no, pero a mi padre, que era mucho más valiente que usted, la única vez que lo vi inclinarse fue ante Dios. Algo debe tener el tío ese. No es la religión lo importante, es la fe lo que nos hace más fuertes, con menos miedos, mucho mejores. Sin fanatismos, solo con una profunda y auténtica fe en lo que cada uno quiere. Eso nos convierte en personas firmes  y coherentes, nos hacer ser mucho mejores.


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