lunes, 7 de marzo de 2011

Nelly de Cardozo - enfermera por vocación


Lidia Nelly Madrid de Cardozo es una querida vecina del barrio de recién cumplidos 82 años, que recorre las calles de Bosch en su “fitito” amarillo, es enfermera de profesión y fomentista por vocación. Parece increíble tanta humildad en una mujer que fue pionera en su profesión, que se preparó tanto, que enseñó, dirigió, asesoró y cosecho tantas distinciones.

¿Cuanto hace que vive en el barrio?

Llegue en el 59 junto a Pascual, mi marido, que por ese entonces fundó con otros vecinos la Sociedad de fomento Estrada, de la cual fui secretaria por muchos años, por esa época era también la enfermera del barrio y jamás cobraba, cuando me preguntaban ¿cuanto es?, yo respondía, nada, a mi me paga el gobierno.

¿Donde estudió enfermería?

Comencé a estudiar en mi provincia, Tucumán y al ser uno de los mejores promedios, me ofrecieron ingresar a la escuela de enfermería de la Fundación Eva Perón, fui al internado de Ezeiza, lugar al que llegaban alumnas de todas las provincia incluso de países limítrofes, éramos cerca de 1500 jóvenes que estudiábamos y practicáramos en el mismo hospital. Cuando finalicé la escuela, después de tres años, volví a Tucumán y a los tres días recibí el nombramiento de la Nación para trabajar en el mismo Hospital en donde me había recibido.

¿Como fueron sus comienzos?

Comencé trabajando en el Hospital Zonal de Ezeiza en donde estuve 59 años, primero como enfermera asistencial y a través de los años en diferentes tareas, fui intrumentadora quirúrgica, auxiliar de anestesista, enfermera jefe de cirugía y de la central de materiales y esterilización, después ejercí el cargo de supervisora de hospitales nacionales y privados desde Lanús hasta Quilmes en total, controlaba 32 establecimientos de salud, desde 1980 hasta 1995, fui la directora de la escuela de enfermería “Maria Remedios del Valle” de Ezeiza . Mientras trabajaba me capacitaba, terminé mi licenciatura, luego hice la carrera de docente, primero fue la de docente autorizado, que se cursaba en la facultad de odontología, en donde fui una de las primeras en recibirme, cuando salió el profesorado lo cursé en la UBA durante 4 años, también hice un postgrado de administración y organización hospitalaria en la Universidad del Salvador y de Ética y Bioética en la UCA.

¿Cuales fueron sus tareas como supervisora?

Como supervisora tenía a cargo los cursos de capacitación de educación para la salud en las escuelas de esa zona, hacía jornadas con todas las jefas y supervisoras de los hospitales, con maestras y también con los bomberos por los accidentes de transito y catástrofes. En 1978 durante el litigio por el canal de Beagle fui convocada por la Nación para preparar los hospitales de campaña que por suerte no debieron ser utilizados y en 1992 durante una epidemia de Cólera en Perú el gobierno me envió a Lima con un equipo de enfermeros, bacteriólogos e infectólogos, estuvimos viviendo un mes en el Hospital Loaysa de esa ciudad desde donde trajimos a la Provincia de Buenos Aires toda la información necesaria para prevenir el cólera. En esa época participé de muchos congresos, en una oportunidad diserté sobre como deberían ser las ambulancias, porque antes tenían el techo muy bajo y no entraba el tubo de oxigeno parado, con una compañera presentamos un proyecto con las dimensiones que deberían tener esos vehículos para poder llevar todos los aparatos que la tecnología nos brindaba, a partir de esa presentación las ambulancias se fabricaron como las conocemos ahora. También me ocupaba de las licitaciones para comprar aparatos y material médico y de enfermería, iba a las fábricas, laboratorios, exposiciones para ver como eran los equipamientos y tenía la suerte de ser escuchada aun en los gobiernos no democráticos.

¿Cuando decidió que ya era suficiente y dejó de ejercer?

El 31 de julio de 1995 me jubilé, pero el director médico de la UOCRA me pidió que me ocupara de formar una escuela de enfermería en su sanatorio, no me pude negar y desarrollé esa tarea desde el año 95 hasta el 2007, durante ese periodo viajaba dos veces por año a tomar exámenes en otras provincias y a realizar auditorias, después seguí como asesora hasta que me retiré en marzo del año pasado, fue el momento en que dije “misión cumplida”. En mayo del 2010 recibí un reconocimiento a mi trayectoria en el Salón Dorado de la Casa de Rosada y en septiembre del mismo año, el Honorable Consejo Deliberante de Ezeiza me distinguió como ciudadana ilustre de ese partido.

Le dedico toda su vida a la profesión

Yo siempre digo, que el no haber tenido hijos me permitió desarrollar plenamente mi vocación sin olvidar lo importante que ha sido en mi vida el apoyo incondicional que siempre recibí de mi marido Pascual.

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