No te
rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo, correr los escombros, y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún
hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque lo has querido y porque
te quiero, porque existe el vino y el amor, es cierto, porque no hay heridas
que no cure el tiempo, abrir las puertas, quitar los cerrojos, abandonar las
murallas que te protegieron, vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la
risa,
ensayar un canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas
e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños. Porque cada día es un comienzo nuevo, porque esta
es la hora y el mejor momento, porque no estás solo, porque yo te quiero
Esta
hermosa poesía la dedicamos a todos los papás que luchan día a día para lograr
la felicidad de sus hijos aun a costa del desarrollo de sus propias vidas. Este
mes de junio en nuestro país festejamos el Día del Padre, quisimos contarles
unas pocas historias de padres que no se rinden, que viven la vida y aceptan el
reto.
Nacho
y Daniel
Daniel
Ruano nació y se crio en Villa Bosch, se dedica a la publicidad pero siempre le
gusto el deporte, especialmente sobre ruedas. A los 13 años se apasiono por los
autos y también por las motos, y ya siendo un joven de 30 años, se volcó
definitivamente a las bicicletas, al ciclismo al que nunca abandono. En 1992
nace el más chico de sus hijos, Nacho, quien a los dos años y medio padece una
insuficiencia renal que lo tuvo en diálisis durante 4 años, momento en que recibió
el primer trasplante cadavérico. Desde esa época siempre supieron que había
muchas posibilidades que debiera volver a operarse, motivo por el que Daniel se
preparaba físicamente, ya que era compatible con su hijo en un 99% .El nuevo
trasplante le permitió a Nacho, seguir los pasos de su papá en el ciclismo, compitiendo
y accediendo al podio infinidad de veces. Casi todos los gastos que origina
este deporte: viajes, bicicletas, repuestos, son costeados con el sueldo de
Daniel, porque el estado nunca colaboró, aun teniendo en cuenta, lo reconocido
que es este deportista dentro de su disciplina. En este deporte no existe
rédito económico, la bicicleta de Nacho fue comprada con los ahorros de la
familia y el vehículo que usan debió ser adaptado para poder viajar a las competencias, estas
últimas también demandan gastos en inscripción, estadías, traslados y
materiales. Daniel es el entrenador, el
acompañante, primer admirador y fanático de su hijo. “Entrenar a Nacho es algo
que hago naturalmente, parte de mi rutina diaria”
Bruno
Gerardo Fernández es el papá de Tadeo Fernández Moreta quien junto a Natalia su
mamá, lucha arduamente por mejorar la calidad de vida de su hijo. “Cuando Tadeo
nació con tantas problemas de salud, solo pensaba en él y como ayudarlo, por
eso me puse a estudiar e investigar de qué manera mejorar le la calidad de vida,
para que pueda salir adelante”. Fue así como Bruno se enteró de lo adelantados
que estaban en China sobre el tema de las células madre y decidió poner toda su
imaginación y su esfuerzo para lograr que Tadeo pueda hacer ese tratamiento.
Bruno es guarda en el ferrocarril Roca y su trabajo le brinda la posibilidad de
tener una obra social que le permite conseguir leche, pañales, tratamiento
kinesiológico y todo lo que necesita para la rehabilitación, pero de ninguna
manera hubieran podido viajar a China las veces anteriores, sino fuera por la
ayuda que consiguieron. Este año se les está haciendo más difícil, necesitan de
la ayuda de 2900 amiguitos que colaboren con $100 cada uno y de esa manera
cubrirían el viaje y la estadía en el país oriental. La lucha es mucha, pero aun
así intentan ser una familia como cualquier otra. Al volver de China proyectan
llevar a Tadeo a Cuba para otro tratamiento de rehabilitación, por eso siguen
juntando tapitas, llaves, placas, organizan eventos y los suben al face para
informar a la gente y de esta manera que los siga acompañando. “Ahora vivimos
solo para él, para que el día de mañana, cuando nosotros no estemos, tenga la
mejor calidad de vida que pueda tener.
Gustavo
y Kevin
Gustavo trabajaba en un banco y estaba de vacaciones con
su familia cuando un automóvil en Mar del Plata le cambio la vida para siempre.
“Un auto apareció de la nada a toda velocidad y nos llevó por delante, a mí me
agarro de costado, me rompió una pierna y varias costillas, a Kevin lo agarro
de lleno y lo dejo tirado en el medio de la calle, creí que estaba muerto, no sé
cómo hice pero lo levante, veía todo verde al principio, él estaba inmóvil con
los ojos abiertos y lo único que yo pensaba era -no se puede ir en un Día de
Reyes-“ Kevin
estuvo cuatro meses en coma y Bruno once meses en silla de ruedas, aun así, iba
todos los días al hospital y como podía, con una pierna en el piso y la otra en
una silla, mientras Kevin estaba en coma, no dejaba de masajearlo. Vivieron un
mes en Mar del Plata y después se trasladaron a Escobar porque allí le hacían la
rehabilitación. La habitación de Kevin estaba repleta de cosas colgando que
Gustavo inventaba. Recorría lugares buscando elementos para incentivarlo, le
colgaba pelotitas a la altura de la mano para que las golpeara, se disfrazaba
para que se riera y le ponía música todo el día. Se aprendió todas las
canciones de María Elena Walsh y se las cantaba, tanto le cantaba que cuando salió
de la clínica ya no quería que lo hiciera más. Actualmente no puede movilizarse,
utiliza una silla especial, tampoco puede hablar, pero si puede comunicarse,
tiene un aparato “comunicador” que maneja con el único brazo que puede mover,
con el cual también pinta y escribe.
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