domingo, 11 de diciembre de 2016

día de la madre - mamás, en su homenaje

 “(…). Ser madre es considerar que es mucho más noble sonar narices y lavar pañales, que terminar los estudios, triunfar en una carrera o mantenerse delgada. Es ejercer la vocación sin descanso, siempre con la cantaleta de que se laven los dientes, se acuesten temprano, saquen buenas notas, no fumen, tomen leche...Es preocuparse de las vacunas, la limpieza de las orejas, los estudios, las palabrotas, los novios y las novias; sin ofenderse cuando la mandan a callar o le tiran la puerta en las narices, porque no están en nada... Es quedarse desvelada esperando que vuelva la hija de la fiesta y, cuando llega hacerse la dormida para no fastidiar. Es temblar cuando el hijo aprende a manejar, anda en moto, se afeita, se enamora, presenta exámenes o le sacan las amígdalas. Es llorar cuando ve a los niños contentos y apretar los dientes y sonreír cuando los ve sufriendo. Es servir de niñera, maestra, chofer, cocinera, lavandera, médico, policía, confesor y mecánico, sin cobrar sueldo alguno. Es entregar su amor y su tiempo sin esperar que se lo agradezcan. Es decir que "son cosas de la edad" cuando la mandan al carrizo. Madre es alguien que nos quiere y nos cuida todos los días de su vida y que llora de emoción porque uno se acuerda de ella una vez al año: el Día de la Madre. El peor defecto que tienen las madres es que se mueren antes de que uno alcance a retribuirles parte de lo que han hecho. Lo dejan a uno desvalido, culpable e irremisiblemente huérfano. Por suerte hay una sola. Porque nadie aguantaría el dolor de perderla dos veces."
Este texto de la escritora chilena Isabel Allende no hace más que poner en palabras lo que la mayoría de las mujeres experimentan cuando son madres. Este mes de octubre en que en nuestro país se festeja el Día de la Madre, quisimos contarles unas pocas historias, de algunas de las muchas mujeres que enfrentan el desafío de dedicarse amorosamente a un hijo con discapacidad, mamás que debieron acomodar sus vidas para poder ayudar a sus hijos a superar sus limitaciones. En estos tres relatos hubo padres presentes, responsables de su rol y comprometidos en el amor por sus hijos, pero no siempre es así,  en muchas situaciones similares, solo la madre se pone la vida al hombro, con todo lo que eso significa, para bregar por el bienestar de sus hijos.
La lucha por Tadeo.
Natalia Moretta es una luchadora inquebrantable, mamá de Tadeo de 10 y de Camila de 17 .Cuando Tadeo nació pesaba solo 610 gramos y llevaba 5 meses y una semana de gestación. A los tres días sufrió severas convulsiones que fueron las causantes de su parálisis cerebral. “Recién a los 59 días lo puede alzar a upa” nos contaba Natalia cuando la conocimos hace cuatro años. Tadeo estuvo seis meses internado y a pesar de que  los pronósticos no eran muy alentadores, nada amilanó a esta mamá ni a su familia para luchar por la vida de su hijo. La llegada al hogar no fue fácil “el pequeños gigante” como lo llamaban debía atravesar muchos obstáculos para seguir adelante dado que ni siquiera podía succionar. En 2010 Natalia se enteró que en China se realizaba un tratamiento con células madre que podía mejorar a Tadeo. Era una oportunidad para la cual se necesitaba mucho dinero, sin embargo no había ninguna posibilidad de que Natalia renunciará a este tratamiento. Y fue ahí cuando toda la familia comenzó una campaña y estallaron las redes sociales lo que consiguió visibilizar el caso Tadeo. Se hicieron festivales, rifas y se juntaron  toneladas de tapitas. El pequeño gigante ya viajó dos veces a China, la familia se fue acomodando a esa realidad, pero la lucha por la rehabilitación de Tadeo continúa y la fortaleza de Natalia también
La historia de kevin
Marta Medina es la mamá de Kevin, un joven vecino de Villa Bosch y quien logro en el año 2014 a través de una carta al municipio que construyera 17 rampas desde su domicilio hasta  el Pio XII donde su hijo cursaba la escuela secundaria. Hablamos con ella en mayo del año pasado y nos contó todo lo que tuvieron que atravesar a partir del accidente que Kevin sufrió en año 2009, cuando paseando con su papá por la calle Juan B Justo en Mar del Plata, fue atropellado por una chica de 21 años. El 5 de enero Marta compraba los regalos de reyes y aunque el accidente había ocurrido a dos cuadras de donde ella se encontraba, al escuchar los gritos, tuvo el presentimiento de que algo había pasado con su hijo.” Fue terrible porque la primera información que me dieron cuando llegó al hospital era que no había posibilidades de vida” Se hace difícil mantener las esperanzas después de tanto tiempo en coma, pero la mamá de Kevin no claudicaba, ella sentía que la escuchaba y que la entendía, se dio cuenta que lo que le pasaba a su hijo era que no podía hablar. Kevin debía soportar muchas intervenciones quirúrgicas y muchas internaciones,  sin embargo su parte intelectual se ha desarrollado como compensando lo que le falta en su motricidad. Marta sigue poniendo toda su fortaleza superándose a si misma para lograr una mejor calidad de vida para su hijo.
Mirta de ASI
Mirta Hoyos es una asidua colaboradora de ASI. Tiene tres hijos varones, el mayor es insulino dependiente, tuvo un accidente a los 9 años y enfermó de diabetes. Fueron épocas difíciles para Mirta y su familia, su marido quedo sin trabajo y ambos tuvieron que esforzarse denodadamente para poder comprar la medicación que necesitaba su hijo. Guille, el menor, nació dos semanas después de la fecha, lo que le produjo una falta de oxígeno cerebral. Ella lo notaba raro, pero los médicos no se dieron cuenta hasta los dos años cuando empezó a convulsionar. Tres hijos, dos con problemas “Tuve que dedicarme tiempo completo a uno y a otro y el del medio a veces quedaba un poco relegado, pero gracias a Dios lo entendió y todo salió bien con él” Mirta es una persona calma, que intenta vivir el día a día, así manejo su vida, sin pensar demasiado en el futuro, ocupándose especialmente de Guille que es quien más la necesita “él está siempre cerca mío, es como que yo, soy su protección” nos dice. Hace varios meses que está ayudando a una chica de 30 años con síndrome de Down, que es familiar de su esposo y a la que tienen viviendo en su casa. Está joven, con muchos problemas, indocumentada y que además es sordomuda, fue abandonada  junto a su abuela, por su familia y Mirta se está haciendo cargo de las dos. “Esta es mi forma de ser, lo aprendí de chica en el lugar donde nací, allí aprendí a ser solidaria y a compartir lo que tengo. Intento seguir aprendiendo de la vida todo lo que pueda” 




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