Emiliano
D’Aversa, era un joven de 18 años, que una tarde de mayo del 2002 fue asesinado,
de seis balazos, en el baño del negocio familiar ubicado en Santos Vega al
5900. Norma, su mamá lo recuerda, al cumplirse un nuevo aniversario de su
fallecimiento. Este año se cumplen once años sin Emiliano, once años de una
vida dura, con él todo el día en mi mente, recordando la gran persona que fue, un
gran hijo, un gran amigo, un ser especial.
Cuando veo a mis hijos ya grandes, me doy cuenta que la época más feliz
de mi vida fue cuando ellos eran chicos y Emi todavía estaba en este mundo. La
muerte de un hijo es algo imposible de superar, es un dolor desgarrador, trato
de no pensar pero todo vuelve a mi cabeza, yo querría estar en su lugar.
Durante mucho tiempo me quedaba en casa mirando sus fotos y solo quería dormir,
era la manera de evadirme y no pensar, hasta que me levantaba y la realidad me
golpeaba fuerte en la cara. Siempre pienso que aun sabiendo que a Emi lo iban a
matar, igual hubiese querido que naciera, porque los 18 años que viví con el y
todo lo que me dio en su corta vida, fue
más importante que todo este dolor. Se que tengo que dejarlo ir, pero no puedo,
lo quiero sentir, recuerdo que la última vez que lo vi me dio un beso en la
nuca y es el día de hoy, que muchas veces siento como una brisa, como un
vientito, lo siento a él, soy conciente que no va a volver pero está siempre
presente. Cuando hablo con otras mamás que pasaron por situaciones parecidas a las
mías, me cuentan experiencias similares a las que yo vivo, que me ayudan mucho.
La vida igual continua, no todo es tristeza en nuestra familia, muchas veces
nos reímos, siempre nos juntamos, pero yo sé que cada uno en su corazón siente
su ausencia. Emiliano tuvo un sueño premonitorio, soñó que le tiraban un montón
de tiros y lo mataban, el se quería defender pero tenía un revolver de juguete
del que no salían balas, a los dos días que me contó el sueño, lo mataron
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